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'Sobre gasto farmacéutico'

Por Koldo Martínez, portavoz parlamentario de Geroa Bai

Koldo Martínez Koldo Martínez

El crecimiento del gasto farmacéutico no es necesariamente un problema en sí mismo, por mucho que hoy en día, algo más del 20% del gasto total en salud vaya a gasto farmacéutico, esto es, uno de cada cuatro o cinco euros. Los medicamentos juegan un papel esencial en el manejo de gran número de enfermedades crónicas y en ocasiones previenen complicaciones y mayores gastos en salud.

Para hablar de racionalización del gasto farmacéutico es necesario hablar de los factores sociales determinantes de la salud. Entre ellos están las conductas, las condiciones de vida, de trabajo, la cultura, la salubridad del medio, el ocio, los hábitos como fumar o consumir alcohol, la alimentación, el ejercicio, las relaciones sociales, etc., algunos de los cuales pueden ser modificados mediantes políticas de prevención y promoción de la salud. Medidas que son infinitamente más baratas que los medicamentos aunque modificar algunas de ellas cueste, y mucho, en lo personal. En el impulso a estas medidas nuestro Gobierno está a la cabeza con el impulso a diversos Planes de Prevención y Promoción de la Salud.

La esperanza de vida aumenta en los países de nuestro entorno un promedio de 3 a 4 meses por año. Un mejor tratamiento de situaciones amenazadoras para la vida ha conducido a tasas de mortalidad más bajas en estos países. Así, la mortalidad tras un infarto ha caído un 30% entre 2003 y 2013. Y en un 20% tras un ictus. La supervivencia también ha mejorado para muchos tipos de cáncer, debido a un diagnóstico precoz y a mejores tratamientos. Así como la calidad de la atención primaria, aunque hay mucho por mejorar aún, habiéndose reducido los ingresos hospitalarios evitables por enfermedades crónicas, y junto con ello, el gasto farmacéutico.

La mayor esperanza de vida junto con la proliferación de medicinas de especialidades de alto coste van a ser un factor importante en el crecimiento del gasto farmacéutico en los años venideros.

Y esto porque habrá más fármacos de este tipo, a precios más elevados y con más pacientes necesitados de ellos. Por eso, el IMS Institute for Healthcare Informatics predice que mundialmente el gasto será un 30% más elevado en 2018 que en 2013.

Grave es que los elevados precios no son siempre proporcionales al beneficio que suponen para los pacientes, beneficio medido en años adicionales de vida. Entre los 12 medicamentos aprobados para el cáncer por la FDA en 2012, sólo uno proporciona ganancias en supervivencia superiores a dos meses. Aun así, la industria farmacéutica espera que los medicamentos oncológicos generen una facturación de unos 190.000 millones de dólares, con un crecimiento cercano al 14% interanual desde 2016. Le seguirán los antidiabéticos y los antirreumáticos, con 66.100 y 48.800 millones, respectivamente.

El Tribunal de Cuentas en diciembre de 2016 aprobó el “Informe de fiscalización de la actividad económica desarrollada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad en relación con el área farmacéutica, ejercicios 2014 y 2015” dentro del cual hay un apartado específico dedicado a la “Inclusión de medicamentos en la financiación pública del SNS y fijación de precios” que dice que el gasto en medicamentos de uso hospitalario, que hace un año ya representaba el 49,6% del mercado farmacéutico total, solo el gasto sanitario público en recetas de medicamentos alcanzó en 2016 los 9.913 millones de euros, cifra que por sí sola supera toda la financiación del sistema universitario público. No son palabras menores.

Dicho informe insiste en varios aspectos ya denunciados por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) en mayo de 2015 sobre la excesiva discrecionalidad en los procedimientos y criterios para la financiación pública de medicamentos.

A grandes rasgos, ni se ha desarrollado ni se aplica lo que el propio gobierno ha regulado con rango de ley, y persiste una insoportable vaguedad sobre los elementos a considerar en la fijación de precios de medicamentos financiados de nueva comercialización, todo ello favorecido por una falta absoluta de transparencia y predictibilidad en la actuación de la Comisión Interministerial de Precios de los Medicamentos.

Uno de los mayores retos de nuestro sistema de salud es interiorizar que la evaluación, no sólo la económica, la evaluación en sentido amplio, no es meramente una opción o un conjunto de herramientas relativamente útil. Es el gran cambio cultural que precisamos para garantizar la solvencia de nuestro sistema de salud y para que éste continúe mejorando el bienestar de nuestra sociedad. Por desgracia, en las instancias de máximo nivel del Sistema Nacional de Salud no parecen estar de acuerdo. Siguen prefiriendo disfrutar sin responsabilidad de la capacidad de adoptar decisiones discrecionales, rehuyendo procesos objetivos y apoyados en la evidencia disponible para evitar entrar en contacto con conceptos tan indeseados como los de la rendición de cuentas y la transparencia.

Por todo lo dicho, dado nuestro carácter de Comunidad Foral, consideramos imprescindible junto con otras medidas ya en marcha que Navarra ocupe un lugar permanente y no rotatorio junto con las demás CCAA en la Comisión Interministerial de Precios de Medicamentos. 

Publicado en Diario de Noticias.

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